Ronaldo anda molesto con el Santiago Bernabéu. Tiene muy presentes los tímidos silbidos hacia su persona constantes desde el pasado Clásico del 10 de diciembre. Falló dos ocasiones claras que parecen haberle condenado por sus seguidores.
Por eso cuando cerró la goleada contra el Granada no hubo celebraciones especiales con su amigo Marcelo. De hecho algún compañero intentó agasajarle, pero rehuyó el abrazo de todos. Quiso un momento de soledad como redimiéndose de sus pecados contra el Barcelona. No parece entender las peculiaridades del aficionado blanco. En su intento por agradar con excesivos taconazos y demás repertorio circense sólo consigue alejarse de la grada. Entre Concha Espina y Chamartín no gustan los adornos cuando no aportan nada al colectivo.
El respetable ya tuvo otros sonados divorcios con estrellas como Michel, Guti, Ronaldo o el mismísimo Zidane, durante sus primeros meses de estancia por la capital de España. Lejos de venirse abajo está respondiendo con goles al silbido y la crítica. Desde aquel fatídico 10 de diciembre ha mojado en Copa contra la Ponferradina y en Liga con el Sevilla y el Granada. Sólo el Málaga se ha librado de la ira que le invade.
En estos momentos duros para CR7 son pesos pesados del vestuario como Casillas y Sergio Ramos, apuestas deportivas de fútbol, los que están dando la cara por él. Entre sus compañeros un debate cuestionando su incidencia e importancia en el grupo no tiene sentido. Se basan, con motivo, en la estadística, esa que dice que en 17 jornadas de Liga suma 21 tantos, cuatro más que su eterno enemigo Leo Messi, con un promedio de 112 en 114 partidos oficiales desde que viste la elástica blanca.
Desde el club echan balones fuera cada vez que se le pregunta por su estado de ánimo. "Es su carácter", repiten al unísono todos los que les conocen. Ronaldo tiene una voracidad insaciable por pulverizar todos los registros que se marca, olvidándose de disfrutar del momento y hasta de sonreír a veces cuando marca. Pero también echa en falta la complicidad que tenía con Old Trafford, por eso nunca cierra del todo la puerta a un futuro regreso a Inglaterra.
En el United, según los pronósticos en apuestas de fútbol un claro candidato al título de la Premier League, siempre se le recordaba por sus éxitos y no por sus fracasos. Olvidado parece su testarazo en la final de Copa que dio al Madrid su último título desde que compite con el mejor Barça de su historia.
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